Eran los primeros donguis que veía, me acerqué con Virginia para poder verlos y apreciarlos aun siendo tan grotescos luego uno se nos acerco y nos tumbo a ambos angustiados quisimos correr por nuestras vidas pero el terror que sentimos en ese momento era paralizante, mientras mas se acercaban mas se nos cortaba la respiración hasta que prácticamente estaban delante de nosotros Virginia cargaba unos espejuelos en su ropa lo que con el poco brillo que emanaban, los Donguis lo tomaron como un signo de agresión y tomaron a Virginia y se la llevaron dejándome solo y prácticamente abandonado por esos animales, fui salvado por la mujer que se suponía que tenia que proteger, me puse de pie aun estando nervioso debido a la experiencia que acababa de sentir les grite a esas cosas que regresaría aun sea la ultima cosa que haga y regrese antes de que esas cosas me escucharan.
Regrese al centro de Buenos Aires al día siguiente y le explique a todos lo que había experimentado y les pedía su ayuda para poder darle fin a esos Donguins o por lo menos controlarlos en su ciudad, pero nadie me quiso seguir, tenia que afrontarlo nadie con su sano juicio quisiera combatir contra esas cosas. Desesperanzado regrese a donde me hospedaba, y me quede mirando las estrellas y solo veía la silueta de ella en el cielo, triste solo deje caer una sola lagrima, por que pensaba que no había nada en este mundo que pueda contra esas cosas, enojándome cada vez mas por que cada momento que pasaba me daba cuenta de lo imposible que es lo que me prometí a mi mismo, de repente observe una luz en el cielo capta mi atención, era como una bola de fuego que cada vez se acercaba mas hasta estrellarse contra la tierra haciendo un estruendo terrible, en ese instante mi cara se lleno de esperanza por que sabia que mis plegarias habían sido escuchadas. Al acercarme note este extraño material oscuro como el solo y lo llame el Siugnod por que pensaba utilizarlo en su contra de ahí saque el nombre. Lo lleve a la casa después de un buen tiempo ya que era algo pesado, luego de varias semanas fundiendo el Siugnod lo logre, consiguiendo así una de las mejores espadas que nunca vistas y un buen escudo, aun siendo torpe para manejarlas iba a poner todo mi apoyo para lograrlo, luego de varios meses en el bosque me hacia mas fuerte y un haz en la espada solo con el sueño de vengar a Virginia.
Regrese al punto donde había visto por ultima vez a Virginia y me comencé a adentrarme solo con mis armas y un foco de mano, el cual llevaba en mi bolsillo mientras me adentraba la penumbra se hacia cada vez mas densa, pero era visible y de repente aparecieron los primeros dos Donguis me lanzaron, sus ácidos estomacales los cuales ni rasguñaron mi escudo, lo que me dio la confianza para enfrentarlos y cortarlos de un tajo a esos animales. Seguí adentrándome mientras mas caminaba mas sentía su repulsión en el aire luego me toque con 10 Donguis estando un poco asustado ya que me recordó a esa terrible noche, pero al ver que uno de ellos tenia un destello entre sus dientes lo que me recordó los espejuelos de Virginia, me acerque y atacando me acercaba mas hasta estar de frente, al parecer la conmoción atrajo mas y lograron rodearme, vino el primero me defendí y lo corte por mitad en un segundo, luego se aproximo el segundo por mi espalda, lo golpeé con mi escudo como dos veces y de un giro lo corté, luego se lanzaron todos y no podía hacer nada mas que retenerlos con mis armas, ya parecía mi fin, cuando mi linterna se cayo y se encendió con una roca, y la luz de esta reflejo con un espejuelo en la pared el cual ahuyento a los Donguis y provocándoles ligeras quemaduras, de ahí note que estos terribles animales son tan vulnerables a algo tan simple, regrese para quemarlos a todos. Luego de un tiempo mi solución fue mostrada al mundo, algunos expuestas como suyas u otros solo relatando de un gran héroe, lo único seguro es que hoy conservo mi espada encima de mi chimenea y cada vez me pregunto cuando lo miro ¿Qué habrá sido de Virginia?